Hoy recibí un correo con un hermoso y educativo texto, de la Confraternidad Cristiana de Guatemala, que quiero compartir con ustedes, para que reflexionemos un poco en estas fechas...
Es muy fácil dar “el tarjetazo”. Por cualquier cosa, ahí va la
tarjeta de crédito. Un día le dijo uno de mis nietos a su papá: “Mira, decís
que no tenéis dinero, pero ahí está la tarjeta, pásala.” Ya los niños saben que
con pasar la tarjeta se resuelve, pero eso no es suficiente. Cuando llega el
estado de cuenta a fin de mes, la prioridad debe ser pagar el saldo completo de
la tarjeta. Yo uso tarjetas de crédito, tengo muchos años de usarlas, pero me
conformo con que los almacenes, los restaurantes y todos los que usan la
tarjeta y en donde la paso paguen ellos su porcentaje a los emisores, pero yo
no pago intereses en una tarjeta de crédito ¿por qué? Porque cada mes cuando
viene mi estado de cuenta pago el total, sean tres mil quetzales, sean cien mil
quetzales, yo los pago a fin de mes, porque de lo contrario aquello que según
yo compré a buen precio se vuelve carísimo, porque empieza uno a pagar
intereses sobre intereses, y cada vez que lo llaman a usted, esa llamada se la
cobran y si usted ya no les contesta, llaman a su suegra. Que lo encuentran, lo
encuentran.
Debemos tener mucho
cuidado en este tema de deudas, pero si ya estamos endeudados la pregunta es
¿cómo salir de deudas? Abra su Biblia en el libro 2 Reyes 4:1-7, en este libro
hay mucho material que le conviene a usted como ciudadano normal. Por supuesto,
le conviene a cualquier funcionario público, cualquier empresario para poder
ver sus propias finanzas y las finanzas de sus empresas, y a los funcionarios
públicos ver las finanzas de su nación. Veamos qué pasa aquí en este libro. “La viuda de un miembro de la comunidad de
los profetas le suplicó a Eliseo: —Mi esposo, su servidor, ha muerto, y usted
sabe que él era fiel al Señor. Ahora resulta que el hombre con quien estamos
endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos. Esto
nos enseña a que también los profetas, los apóstoles, los maestros, los
evangelistas y los pastores a veces están más endeudados que los mismos fieles
de las iglesias. Este era un profeta y la mujer, es quien mejor lo conoció,
porque la mujer es la que lo conoce a uno mejor. Uno puede dar una imagen muy
bonita y diferente en público, pero la señora está sentada y está diciendo eso
no es cierto. Esta mujer daba buen testimonio de su esposo, pero aunque fue
fiel al Señor era un mal administrador, porque dejó a su familia endeudada. Si
usted se muere hoy ¿cómo deja a su familia? ¿Endeudada o la deja bendecida?
El otro día hablaba con
un economista de la iglesia que ha trabajado en instituciones internacionales,
en Estados Unidos, sobre estos temas. Y me decía: -Yo fui a resolver un
problema con mi tarjeta de crédito y estando en la fila me puse a conversar con
el que estaba adelante de mí. Y empezó a contarme cómo le habían dado una
tarjeta de crédito y había decido con su esposa comprar muebles de sala,
muebles de comedor, comprar aparatos, comprar de todo. Toparon la tarjeta,
empezaron a pagar el mínimo, se endeudaron, al grado que estaban desesperados.
¿Sabe qué me dijo el hombre? Que estaba pensando seriamente suicidarse, para
que con el seguro de vida que tenía, su mujer pagara las deudas, y él se
liberara de la tortura-. Cuando usted está endeudado, de verdad se le quita el
sueño, se le quita la paz. Hay quienes dicen que están juntos en el matrimonio
hasta que las deudas los separen. Y por eso, esta pobre viuda estaba
angustiada, porque ya le querían quitar a los hijos y usarlos como esclavos. Y
es que claramente dice la Biblia que el que está endeudado, el que pide
prestado, se vuelve esclavo de su acreedor. Y esta mujer angustiada va con
Eliseo.
Y el versículo 2 dice
que — ¿Y qué puedo hacer por ti?
—le preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa? Y es muy
importante. Cuando usted está endeudado hay que preguntar ¿qué tiene? ¿Qué
activos? ¿Qué posesiones? ¿Qué recursos? Para poder salir de su deuda, porque a
veces, como decimos en Guatemala, se le tupe la cabeza y se le olvida qué tiene
ahí en la casa, cosas, elementos, con los cuales salir de deudas. ¿Y qué puedo hacer por ti? —le preguntó
Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa?—Su servidora no tiene nada en casa -
ella está convencida que no tenía nada- —le respondió—, excepto un poco de aceite. Eliseo le ordenó: —Sal y
pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas.
Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas
las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.
Aquí nos da Eliseo un
gran ejemplo, y la viuda también. Probablemente la viuda estaba esperando que
Eliseo se metiera la mano en la bolsa y le dijera, toma, paga tu deuda, o
quizás se quedó esperando que dijera: Aquí tenemos a la viudita de tal profeta,
que fue fiel al Señor, lamentablemente está endeuda, hagamos una colecta. Pero
no lo hizo así, lo que hizo con la viuda fue mandarla a trabajar. Pablo dice:
El que no trabaja bueno es que no coma, si es posible mande a imprimir esta
cita bíblica y la pone en el comedor, para recordarle a todos que es bueno
trabajar. Y gracias a Dios que esta viuda no reaccionó como algunas que conozco
por acá, pudo haberle dado una maltratada al profeta por mandarla a trabajar,
sino que aceptó el consejo, se fue, trabajó, pero no trabajó sola sino con sus
hijos. Luego entra en la casa con
tus hijos y cierra la puerta. La deuda no es un problema solo de la mamá o solo
del papá, el problema de la deuda es del núcleo familiar. Claro, a veces
nosotros los papás somos un poco orgullosos y no queremos que nuestros hijos
sepan que estamos endeudados, no queremos que nuestros hijos sepan que no
tenemos suficiente dinero para cubrir sus necesidades. Y por eso seguimos
comprando y endeudándonos, y cayendo más hondo en ese hoyo profundo de la
deuda. El 48 por ciento de los niños en Estados Unidos, hoy en día, están pidiendo
a sus papás como regalo un Ipad. Y el 33 por ciento un Iphone, y muchos de los
papás van a terminar diciendo ayayay. ¿Qué tiene que hacer el papá en ese caso?
De repente en eso hay cambio de gobierno y se queda sin trabajo, de repente hay
un terremoto y se queda sin negocio, pues debe reunir a la familia y decirles:
jóvenes, la situación es esta, estoy mal. Estoy endeudado, estoy sin trabajo,
la hipoteca de la casa no le he podido pagar. Tenemos nosotros que resolver
juntos el problema.
Y esta mujer siguió el
consejo de Eliseo, con sus hijos consiguieron las vasijas y luego las llenaron
con aceite. Cuando ya todas
estuvieron llenas, recuerde que ella dijo que no tenía nada, luego
dijo un poco de aceite y ese poco de aceite alcanzó para llenar todas las
vasijas que le prestaron los vecinos. La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: «Ahora ve
a vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podrán vivir
tú y tus hijos«”. No le dijo toma el crucero, la mandó a pagar sus
deudas. El problema de mucha gente es querer mantener el mismo estándar de vida
cuando ya están requeté endeudados, no se puede. Usted tiene que adaptarse a su
realidad, si usted ganaba diez mil dólares, pero ahora está ganando tres mil
dólares, no puede seguir viviendo en la misma casa, ni manejar el mismo carro,
ni ir a comer a un restaurante, ni comprar la misma ropa, sobre todo si está
endeudado. Tiene que adaptarse, venda lo que tiene y salga de deudas.
Lo que tenía la mujer
era aceite. Esta señora con sus hijos logró no solo llenar las vasijas de
aceite sino salir a vender, porque una vez que las había llenado, las tuvo que
salir a vender. Otra vez Eliseo la mandó a trabajar y mandó a los hijos a
trabajar. Gran error que cometemos al no enseñar a nuestros hijos a trabajar.
Amigos que hoy son millonarios, pero eran pobres de niños dijeron yo no quiero
que mis hijos pasen por la misma pena que yo pasé, que ellos no trabajen, no
quiero que ellos sufran lo que yo sufrí, no quiero que ellos padezcan lo que yo
padecí, por lo tanto, les voy a dar de todo, y les dieron de todo. Hoy en día
lo lamentan, se arrepienten, porque la mayoría de los casos, sus hijos no han
sabido responder ante las responsabilidades de la vida. No han podido hacerle
frente a sus empresas y son una contingencia financiera en la familia. ¿Por
qué? Por no enseñarles a trabajar. Aquel padre que no enseña a sus hijos un
oficio es irresponsable. Yo viví la experiencia de trabajar desde niño. A los
diez años ya estaba trabajando de jardinero en la iglesia a la que yo asistía.
Y me ganaba con mucho orgullo un quetzal a la semana, pero ese quetzal a la
semana para mí era una maravilla. En diez semanas había ganado diez quetzales y
la primera bicicleta que compré me costó diez quetzales. Luego el carnicero se
quedó sin bicicleta y mi hermano era el repartidor de carne. Y me dice, el
carnicero pregunta si se la prestas. – ¡Se la alquilo!- le dije- Empecé a
cobrar renta sobre ella. Como que el carnicero dijo este me va a cobrar un
montón de dinero de renta. Me mandó a decir si se la vendía. Le dije que con
mucho gusto. Se la vendí en quince quetzales.
Cuando usted trabaja y
sabe el valor del dinero y aprende a usarlo bien, le va bien. Pero hay que
aprender desde niños. Hay que enseñarles a nuestros hijos que no nos da
vergüenza trabajar. Todo trabajo es digno, yo trabajé de jardinero, de office
boy en una oficina de un hombre de negocios dela iglesia. Y ahí llegaba yo a
los 12 o 13 años a trapearle toda la oficina, a hacerle los mandados y como
estaba en la 6ª. Avenida A de la zona 1, la que da cabal a aquel gran arco del
palacio dela Policía Nacional, me mandaba a hacer trámites. Yo feliz
“sexteando” todos los días, ahí iba “sexteando” a pie, viendo las vitrinas,
haciéndome ilusiones, pero al final aprendiendo a ahorrar, porque no se trata
solo de gastar, hay que ahorrar, porque el que guarda siempre tiene dijo “aquel
hermano” que escribió “Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor”. Hay
que aprender a guardar, ahorrar. Por eso la enseñanza de Eliseo llevaba muchas
lecciones, enseñar a los hijos a trabajar. Cuando tuve a mis propios hijos,
cada vez que llegaban las vacaciones y estaban en edad de hacer algo – seis,
siete, ocho años, nueve años-, se iban con nosotros a trabajar, ayudar a hacer
cositas. Y conforme fueron creciendo se convirtieron en ayudantes de bodega,
ayudantes de limpieza, ayudantes de la oficina dela Escuela Dominical y
conforme fueron creciendo les dimos el trabajo de maestros de inglés, y luego
cada uno fue aspirando a sus propias cosas. Gracias a Dios, a cada uno le hemos
dado la oportunidad de trabajar. Enseñe a sus hijos a trabajar.
Estoy endeudado, dirá
usted, ¿qué hago para salir de mis deudas? En primer lugar, si está endeudado
con las tarjetas de crédito, vaya y dé la cara. Hable con cada empresa dueña de
su tarjeta y dígales: Señores, lamento mucho no haber usado bien mi tarjeta,
estoy muy endeudado con ustedes, aquí se las vengo a devolver, ya no la quiero
seguir usando, ahora necesito que me ayuden a negociar y a resolver el
problema. Necesito que me bajen un poco esta morosidad que existe. Cualquier
acreedor suyo se va a alegrar que vaya a dar la cara, porque lo que ellos
quieren es recuperar su capital y, por supuesto, lo más que puedan de
intereses. Usted puede negociar rebajas y planes de pago y no seguir
endeudándose más con sus tarjetas de crédito. Además siga el ejemplo de la
viuda. ¿Qué tiene usted para vender? Quizás diga como la viuda: no tengo nada.
Pero a lo mejor tiene un lote por ahí, véndalo. Salga de sus deudas. Si
no puede pagar algo, devuélvalo. Lo que sea hay posibilidad de devolverlo. Es
importante que aprendamos a salir de deudas. Todo esto, está ampliamente
desarrollado en el libro “Alas para tu Economía”. Cómprelo, úselo, regálelo a
aquellos que le piden dinero prestado a usted, para que aprendan a salir de las
deudas.
La gente dice que no
puede ahorrar, bien puede. Esta semana estaba grabando un programa de
televisión y tenía a un amigo economista al lado y yo le decía: Vi un reportaje
en Estados Unidos en donde le preguntaron a la gente ¿cuál es la mejor manera
de hacer fortuna? Invariablemente la mayoría de la gente dijo: sacándose la
lotería. Nadie respondió ahorrando. Pero si usted empieza a ahorrar, entre más
joven lo haga mejor, va tener una gran fortuna. Y daban el ejemplo, hay mucha
gente que se levanta todos los días, va al trabajo, pasa por cualquier
cafetería donde venden café gourmet muy rico y compra su cafecito. En Guatemala
usted compra un cafecito expreso en alguna de esas cafeterías y le cuesta
alrededor de dos dólares. Ahora, imagínese dos dólares a la semana, de lunes a
viernes, son diez dólares. Cincuenta y dos semanas, 520 dólares. Si usted se
ahorra esa taza de café, solo en ese renglón, usted va a ahorrar 520 dólares
ese año, suficiente para que se compre su propia máquina de café, se lo prepare
en su casa y le venda a todo el vecindario.
Que se puede ahorrar, si
se quiere, se puede. Es mejor ahorrar primero y comprar después, que comprar
primero y pagar después. Por eso es tan importante ahorrar. Pablo en su época
tenía problemas serios con la gente que estaba endeuda y por eso en Romanos
13:7-8 les escribe Paguen a cada
uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben
contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle
respeto; al que deban honor, ríndanle honor. No tengan deudas pendientes con
nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha
cumplido la ley.
Dios quiere bendecir su
trabajo. Usted traja haciendo casas, Dios le va a bendecir, sus casas no se van
a caer cuando haya terremotos. Usted trabaja haciendo sándwiches van a ser los
más sabrosos de todo el centro comercial, y la gente los va ir a comprar, Dios
lo va a bendecir. Usted trabaja haciendo ropa, le va a quedar siempre a la
medida, aunque le toque uno que esté todo torcido. A usted le va ir bien, Dios
bendecirá el trabajo de sus manos, pero importante es que trabajemos. Hay que
apropiarnos de esa promesa que Él nos da, de que nosotros daremos prestado a
muchas naciones, pero no pediremos prestado. Hay que apropiarnos de esa verdad
y hay que esforzarnos porque sea realidad. Hay que salir de deudas y decirle
Señor, perdóname porque me endeudé sin necesidad, ayúdame a salir de las deudas
y a vivir de tal manera que pueda cumplirse en mi vida tu Palabra.
Salmo 37:21 dice Los malvados piden prestado y no pagan, pero
los justos dan con generosidad. Este es un gran secreto. Aprendimos
en el ejemplo de la viuda que todas las vasijas vacías fueron llenadas. Usted
tiene una vasija llena de aceite ¿la puede volver a llenar? La única manera de llenarla es
vaciándola, gastándola, compartiéndola. Cuando vacía su billetera para dar a un
necesitado, dar para la obra del Señor, siempre Dios le va a responder, porque
el que da al pobre a Dios presta. Cuando trae sus diezmos, ofrendas, promesas
de fe a la iglesia, quizá se le vacía un poco su botella de aceite, pero cuando
está vacía es cuando se vuelve a llenar. La única manera de poder ver a una
mujer embarazada, vuelta a embarazar, es primero vaciándola. Ella da a luz,
queda vacía, pero ahí se le puede volver a llenar.
La vida es así, por eso es que la
Escritura dice hay que dar para recibir, y el que siembra cosecha. Cuando usted
se despoja de su semilla y la pone en la tierra, esa semilla se multiplica y
cosecha, no solo lo que sembró, por lo general va a cosechar mucho más de lo
que sembró. Yo le puede asegurar como dice el Salmo 23 El Señor es mi pastor, nada me falta. Yo
soy su oveja y Él me trasquilará. ¿Para que se crían las ovejas? Para que den
lana, den leche y para ser sacrificadas y nosotros como hijos de Dios estamos
en el rebaño del Señor y es para que pongamos nuestro cuerpo en sacrificio
santo y agradable a Dios que es nuestro culto racional, y es para que
compartamos con el Señor, que es nuestro dueño, parte de lo que Él mismo nos ha
dado.
Antonio Arcila 06 Dic. De 2012