miércoles, 23 de enero de 2013

UN EJEMPLO DE AMOR


 Parábolas de amor  (Aporte de la Comunidad Cristiana de Guatemala, para: REFLEXIONES. PubliArcila-2012)
Lucas 15:11-24 “»Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. ¿Qué es vivir desenfrenadamente? Es no ponerle límites a su conducta. Este hombre joven pidió su herencia y se fue a vivir desenfrenadamente, derrochó su herencia. Lástima que no teníamos en ese entonces el Libro “Alas para tu economía”, para dárselo a este joven. Los jóvenes se gradúan y empiezan a ganar mucha plata, la derrochan, llevan una vida desenfrenada y les pasa lo de este jovencito que derrochó su herencia. »Cuando ya lo había gastado todo -no lo gaste todo, siempre ahorre, siempre diezme-, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad.
             ¿Cuántos han pasado necesidad alguna vez? Todos hemos pasados necesidad alguna vez, por eso tenemos que aprender a ahorrar, a comprar por necesidad y no por vanidad. Comprar al contado y no al crédito, a comprar solo cosas que son apreciables con algún tipo de financiamiento, a ser gente generosa y prepararnos para la vejez. Tenemos que prepararnos para ese día. Un día vamos a ser viejitos, arrugaditos y vamos a tener necesidad de comer, de tener casa, de comprar pañales, porque cuando uno llega a cierta edad hasta los necesita, comprar medicina, etc. Así que hay que prepararse en la juventud y no seguir el mal ejemplo de este muchacho que derrochó todo lo que le dio su papá. Papás, la herencia adquirida al principio no tiene buen final, dice Proverbios, por eso no es conveniente darle tanto a los hijos cuando son jóvenes, porque terminan mal, no lo saben  aprovechar ni administrar.
            Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país –ahí es donde tenemos que empezar con nuestros hijos, dándoles la oportunidad que trabajen desde que son jovencitos, que aprendan a ganarse los centavos-, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos –esto para un judío era maldición, la ley judía decía maldito sea el que alimenta cerdos, agarró un trabajo del cual no tenía bendición sino maldición-. Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.” Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.” Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta”.

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